sábado, 27 de agosto de 2011

¡Enjaulados hasta "laESO"!



Abandonamos la guardería y queremos tener más libertad pero resulta que te cambian de colegio y tu espacio es conocido por todos como “la jaula”. Un pequeño parque de juegos rodeado completamente por vallas y verjas que te privaban de conocer el mundo que había fuera, allí había aparatos que hoy en día no sería aptos para niños tan pequeños como nosotros, un castillo de hierros, una maquina para dar vueltas agarrado en unas anillas de metal que en una escala de peligro tenía un 10 sobre 10, un tobogán de metal que en días de sol te quemaba todo el cuerpo y en los días de lluvia tenía ese pequeño charco que incomodaba la bajada y manchaba cualquier tipo de ropa. Eramos los peques, teníamos clases chulas pero sin tantas opciones como las de ahora y jugábamos en una “jaula”, por lo menos eramos los dueños de una zona del colegio!

“Las galerías”...un edificio de tres pisos con dos enormes escaleras serían nuestro lugar durante los próximos años hasta que completáramos el primer curso de la ESO, parecía mucho pero se pasó muy rápido. En esta época empezamos a conocer a profesores que marcarían bastante nuestros recuerdos primarios ya que sardinetas, capones, dictados y “anda bonito, copia esto 100 veces” estaban a la orden del día.

Las madres siempre decían “no aceptes nada (ni caramelos) si te lo ofrece un hombre a la salida del colegio”...¿Que pretendían con eso? ¿Privarnos de otros vitales recuerdos que nos hacían jugar durante horas y dejarnos sólo con las canicas, los trompos carniceros y las chapas o qué? Nada! Nosotros eramos valientes, cogíamos todo lo que nos daban en la puerta del colegio, abrías el sobre y ale...unos tazos, unos gogos, unos rappers, cromos y un montón de promociones más. A partir de ahí a coleccionarlos como locos y a jugar durante todos los recreos para hacerse con todos! “Lo tengo, lo tengo, no lo tengo, lo tengo”, todo un éxito! Personalmente siempre preferí los cromos de ediciones Este que los Panini. Nosotros fuimos cromos como las grandes estrellas, cuando éramos benjamines el periódico sacó un álbum de cromos...sin duda un recuerdo de cuando fuimos los mejores.

Pasaban los años, cambiabas de piso pero siempre seguías siendo de “los de la A”, “los de la B”, “los de la C” o “los de la D”. Hasta que llegaron los sufis, los aprobados, bienes, notables y sobres todos queríamos que en nuestras notas aparecieran muchos PA (progresa adecuadamente) y quien sacaba muchos NM (necesita mejorar) sabía que, mientras unos se iban de vacaciones o de campamentos, le esperaba un verano repleto de cuadernillos Rubio o de Vacaciones Santillana (que no eran precisamente en Santillana del Mar, no).

Las ferias del colegio empezaban a ser el acontecimiento del año, “esta canción se la dedico a todas las chicas de 4-C”, globos de agua, campeonatos deportivos, bailes, la típica carrera de cintas en bicicleta, chocolate con churros...en fin, unos días geniales.

Teníamos nuestro propio kiosko donde hacíamos largas colas para hacernos con una bolsa de Jumpers, unos Risketos, toda clase de chucherías variadas y los codiciados bocatas! Los recreos siempre eran igual, bajar corriendo a coger una pista para jugar al fútbol, si eras pequeño te la quitaban los mayores y si tu ibas siendo ya mayor los pequeños ya sabían lo que les tocaba, eso era la ley del cole. Durante una temporada tuve el curioso privilegio de ser de los encargados en tocar la sirena para marcar el inicio (guay) y el final (menos guay) del recreo! Curioso timbre era ese.

Había una cosa que nos daba mucha cosa a la mayoría, los días del flúor, nos colocábamos por clases en fila india, te llegaba tu flúor, hacías gárgaras con él en la boca y salias corriendo al baño a tirarlo como si fuera lo peor que habías probado en la vida, hay que decir que era por nuestro bien y que al fin y al cabo tampoco estaba tan malo.

Como no, más representaciones teatrales, esta vez recuerdo una relacionada con el clima, había una luna, un sol, gotas de agua y yo iba de nube con el cuerpo lleno de cintas de papel pinocho de colores; teníamos también audiciones musicales en el salón de actos usando el “ABC de la flauta dulce” y muchas misas en la antigua capilla del colegio amenizadas por el Padre Jesús [Father Yisas].

Ya fuera por dolor de cabeza, de barriga, por mareos, caídas, heridas o cualquier otro percance siempre acudíamos a la monjita, para ella no había nada que no se solucionara con un vaso de agua con azucar, una cucharadita de bicarbonato o un poco de réflex, si la clase olía a refléx ya sabias que alguien había sido atendido por ella. Era una mujer muy entrañable.

Uniforme nunca tuvimos, podíamos ir como quisiéramos, eso sí, los días de “educa” tocaba ir en chándal; Durante una temporada el colegio puso a la venta unos de la típica tela horrible de chándal incomoda que parece acartonada, menos mal que nunca me hice con uno. Empezaba ya a ser lo más común la clase de “deporte libre”, toma ya! Excusa del profesor que piensa “hoy no me apetece, asique haz lo que te de la gana”.

Esta etapa acababa con el cambio a otra zona del colegio, nos íbamos haciendo mayores, empezábamos a darnos cuenta que en matemáticas muchas cosas tendían a infinito y, por supuesto, para todos, los Marianistas eran algo infinito.

martes, 16 de agosto de 2011

¿Que fue de mi martillo rojo?


Cuando uno empieza a contar algo suele empezar por el principio, mi principio, las primeras cosas que recuerdo de mi vida ocurrieron en la guardería del Colegio Santo Tomás. Recuerdo las clases con ese alicatado típico de colegio, las pequeñas mesas y sillas de colores, el baúl de juegos, la pizarra con cuadrículas rojas y los percheros donde cada día colgábamos el babi (esa prenda de vestir de prescolares con forma de fino batín que usábamos para no mancharnos, la ropa claro, porque el propio babi acababa siempre hecho unos zorros).
Del interior de las clases no me acuerdo de nada más, bueno si, de esos días de lluvia que hacían que todos mostráramos a los demás nuestras bonitas botas de agua y dejáramos en la clase ese olor a humedad.
Lo importante y lo divertido ocurría casi siempre fuera, teníamos mesas de ping pong, pistas deportivas que más que para hacer deporte usábamos para jugar a juegos tradicionales, una de esas piscinas Toy que nos montaban en la entrada para las épocas de calor, uno de esos kioskos de helados, me acuerdo que por aquel entonces el famoso Mini-Milk ya era el helado más barato del mercado, nos pasábamos muchos recreos mirando al suelo para ver si encontrábamos las dos monedillas necesarias para comprarse uno, el que lo conseguía era el rey del recreo.
Yo me quedaba al comedor, junto con mi hermana pequeña que iba al mismo colegio, mi madre nos recogía después en un coche al que nosotros llamábamos "el birria", no recuerdo mucho la comida, imagino que me costaría terminarme el plato de lentejas pero las siestas que nos echábamos en aquellas tumbonas azules con las patas blancas merecían mucho la pena.
Lo que más recuerdo de aquellos tiempos fue el día que me llevé mi martillo rojo, me regalaron el típico set de herramientas de plástico y lo que más me gustaba era mi martillo rojo, estando en clase mi profesora Rocio me lo quito y lo puso en la estantería más alta de la clase, a la que por supuesto no llegaba, al tiempo que pronunciaba la frase fácil que dice "al final de la clase te lo devuelvo", si, já! todavía podía estar esperando a que me lo devolviera, era de plástico por dios, tampoco iba a abrirle la cabeza a nadie. No recuerdo si lloré su perdida pero me molestó bastante.
Por último recuerdo que varías veces al año íbamos disfrazados de algo, en la típica representación del Belén, donde por cierto mi hermana pequeña del mismo nombre representaba al niño Jesús por ser la más pequeña del centro, me tocó ir de pastorcillo, allí daba igual que los niños pasáramos calor con esos disfraces de pelo de oveja porque "estábamos muy monos".
Un día, mirando fotos en mi casa cuando ya era más mayor encontré en el baúl de los recuerdos la imagen que aparece arriba, sí, ese era yo, hoy las cosas son de otra manera y aquel día todos teníamos que ir disfrazados de algo e ir de jugador de fútbol era la moda por lo visto. A día de hoy yo sigo alucinando con esta instantánea, ¿que pasaría por mi cabeza para ir así?

Desde entonces muchas cosas han cambiado.....muchos años han pasado ya, guardo bonitos recuerdos de aquellos maravillosos años asique yo creo que me voy a despedir y voy a bajar al centro a comprarme otro martillo rojo!